domingo, 18 de abril de 2010

CEDE


Me malacostumbraste a verte debajo de mi balcón cuando mi lengua se pasaba de lista y se burlaba de ti. Ahora sólo encuentro miradas. Miradas grises. La tuya no. Pero eso importa poco ya, tú ya no calientas mi almohada desde hace algún tiempo.


Los días que pasan a tu lado (porque pasan de largo, no se quedan jamás), me están enseñando que no tolero la frustración. Espero que esta intolerancia no expanda mis espontáneos pensamientos misóginos. Ni que decir tiene, que no me de por probar la droga. Combinación perfecta para estar en una consulta de Salud Mental el día de mañana.

Pero a todo esto… a mí no me parece tan raro que llueva tanto. Es normal. Recuerda (no queda tan lejos) que la nieve que te helaba el corazón cuando te miraba sólo duró un rato. No se puede pretender, que ahora que viene el calor, vayamos a nadar en un mar de deshielo. Deberíamos acostumbrarnos a flotar en un charco, o sino que el verano nos pille confesaos, porque septiembre se presenta en forma de carretera.

Necesito salir de aquí un rato. Mirar desde algún otro lugar más profundo, porque desde aquí no consigo ver si los te quiero y te prometo de tu boca vienen de la lengua o de las venas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario